HISTORIA
Las primeras expediciones Españolas que vinieron a explorar Chile desde Perú usaron el Camino del Inca a través de la Cordillera de Los Andes y se asentaron en primera instancia en el Valle de Copiapó, ubicado en la zona norte de Chile, en el límite sur del desierto de Atacama, la zona más árida del planeta.
El valle y río Manflas es uno de los tres ríos tributarios del río Copiapó, ubicado en la sección alta del valle a 120 km de la ciudad de Copiapó, a una altura de 1.500 metros sobre el nivel del mar. Este lugar fue denominado por los Incas como el Valle Encantado en honor al colorido y majestuosidad de los cerros que lo rodean. Históricamente, esta zona montañosa se caracterizó por estar pobremente poblada y dedicada mayormente al cultivo extensivo y poco eficiente de alfalfa para la producción de carne.
Solo al final de la década de los setenta empezó en Copiapó un violento e impresionante auge de plantaciones de uva de mesa, aprovechando las condiciones climáticas especiales del valle para la producción y exportación de primores.
La localidad de Manflas, con malos accesos y a grandes distancias de las fuentes de mano de obra y suministro de insumos y servicios, transformó al proyecto de Agrícola Manflas en un reto de grandes proporciones.
Las primeras plantaciones de uva de mesa se ejecutaron el año 1981 por Agrícola Manflas Ltda. Esta compañía se estableció en 1980 con los señores Félix Susaeta y Ricardo Corssen a la cabeza, el mismo año en que compraron la Hacienda Manflas con 500 hectáreas potenciales para el cultivo de la vid y 175.000 hectáreas de zonas cordilleranas.
Veinte años de arduo trabajo y altas inversiones en infraestructura (caminos, casas, sistema de riego, energía eléctrica, packing y equipos de enfriamiento) fueron necesarios para transformar esta tierra en 150 hectáreas de parrones con producciones sobre 250.000 cajas de 8,2 kg que en el futuro pueden aumentar a 400 hectáreas con una producción sobre las 800.000 cajas.
Las condiciones desérticas (muy baja humedad) y el clima con altas temperaturas, cielo transparente y alta luminosidad todo el año, junto con la calidad de las aguas de riego provenientes del Río Manflas, con baja salinidad y libres de contaminación por ser la hacienda el primer lugar civilizado que toma contacto con las aguas, hacen posible cosechar primores en todas las variedades plantadas (Thompson Seedless, Black Seedless, Superior, Red Globe, Prime, Midnight Beauty, Scarlotta, Timco y Allison). La fruta de Manflas es bien conocida en los mercados de destino no solo por su llegada temprana sino también por la consistencia de su calidad.
La lejanía y aislamiento de Manflas y su medio ambiente limpio con vientos moderados, permiten manejar el cultivo en base a parronales españoles sobre piedmont, con sistema de riego tecnificado y fertirrigación, sin el uso de protección especial, bajo un sistema integrado de control de plagas que redujo en un 100% el uso de insecticidas.
Con el fin de crear las mejores condiciones posibles para la calidad de vida de quienes trabajan en la hacienda (101 hombres y 77 mujeres para 64 casas encuestadas, según el Censo de 2002), se ha desarrollado un pueblo autónomo, que cuenta con toda la infraestructura para cubrir las necesidades de los trabajadores y sus familias, como son: un colegio de enseñanza básica en donde también se imparten cursos de capacitación para los trabajadores, un jardín infantil, una sala multidisciplinaria para el uso del sindicato, almacén, kioscos particulares, casino, además de agua y electricidad gratuita y movilización para acercarse a los centros urbanos.
La principal preocupación ha sido trabajar con la última tecnología disponible y un excelente ambiente de trabajo, enfocados en obtener la máxima calidad y uniformidad de nuestro producto hasta su llegada a los mercados de destino.